La Selva de Irati es un tesoro natural con gran valor ecológico en el que conviven distintas figuras de protección como las reservas naturales de Mendilatz y Tristuibartea y la reserva integral de Lizardoia. Tupidos hayedos, pastizales, abetos y frescas aguas pintan un paisaje de colores vivos que se transforma con cada nueva estación.
Un bosque que le brindará multitud de sensaciones: el encuentro a solas con la naturaleza, el rumor salvaje del agua entre hayas y abetos, el frescor del río Irati o del embalse de Irabia, el sonido huidizo de los animales y de las hojas caídas en otoño, el olor a los frutos del bosque y la suavidad del manto de hierba que cubre esta joya de los Pirineos. Coja su cámara y sus botas de monte y échese a andar por alguno de los senderos balizados que recorren el bosque
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